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30 de noviembre de 2016

Los radicales y el dilema de Don Corleone

Por Norberto G. Asquini

Los radicales tuvieron su primera instancia de definición de espacios de poder internos de cara a las legislativas de 2017, y podría decirse que camino a 2019, luego que el fin de semana cerraran los plazos para presentar listas para cargos partidarios. Dos sectores se presentaron para presidir el Comité Provincia, situación que no se daba desde 2004. Los cargos partidarios se disputan cuando está en juego la dirección del partido, su rumbo futuro o quiénes serán los que definan los nombres para los cargos legislativos. Hace doce años sucedió cuando la Línea Blanca enfrentó a los líderes de los 90, y ahora se produce en el contexto de la definición de una alianza con el PRO.

Esta es la antesala de la discusión que vendrá en pocos meses sobre la integración o no de la UCR pampeana a Cambiemos, un debate que ya se ha perfilado. Pero también se ponen en juego liderazgos y legitimidades hacia adentro del radicalismo. Quién es el que conduce e impone su posición sobre si se conforma o no ese frente con el macrismo.

Los dos sectores que disputan el Comité Provincia tienen como principales referencias al diputado nacional y excandidato a gobernador Francisco Torroba y al intendente santarroseño Leandro Altolaguirre, aunque ellos no sean los que se postulan. Ambos con diferentes capitales políticos: uno en base a su posicionamiento y predicamento como referencia del espacio opositor al PJ; y el otro desde la gestión de la capital provincial. Es la continuidad de la disputa que se dio en la interna de 2015 en la ciudad. Aunque ahora se han trastocado algunos roles: mientras Torroba defiende al Frepam frente a Cambiemos y el avance del macrismo, Altolaguirre apuesta a conformar Cambiemos en La Pampa. Antes esos roles estuvieron invertidos. Pero la realidad define la política.

Pocos querían la interna. El viernes se reunieron los representantes de los sectores radicales y partió del torrobismo mantener con las nuevas autoridades el equilibrio interno y la representatividad. El presidente debía ser torrobista, pero se definió que fuera el diputado Daniel Kroneberger. Los "celestes" de Altolaguirre se retiraron y poco después avisaron que iban a apoyar a un candidato propio para el cargo, Hipólito Altolaguirre, hermano del jefe comunal. Para unos, hay consenso para una lista de unidad ya que una interna provincial conlleva peligros para la gestión de Santa Rosa. Para otros, es redefinir lo que consideran el nuevo mapa interno en un "vamos por todo".

Los apellidos dan sentido a cada posición política, sobre todo en tiempos en que los personalismos se imponen y las líneas se han diluido. En esta disputa interna Kroneberger apoya a Torroba y la vía Frepam; mientras el senador Juan Carlos Marino, hoy menguado en sus referencias en el interior, respalda al gobierno de Macri a nivel nacional pero se opone en la provincia al avance del macrismo. Coincide en esa visión táctica con Torroba, aunque en la interna de la UCR apoye a Altolaguirre. En lo partidario, estuvo con la lista de consenso.

En esa tensión, buena parte del radicalismo, como ocurre a nivel nacional donde el partido integra una coalición de gobierno que lo tiene como socio minoritario, teme desperfilarse y observa las señales de una crisis de identidad, aunque ya la arrastra desde hace tiempo, en su alianza con el macrismo. En La Pampa, como principal fuerza opositora, se intenta frenar ese rumbo que se va acelerando. Los signos de esa tendencia son evidentes: hay desgajamientos, como el lanzamiento de la línea de Kroneberger, que mostró cómo se van partiendo los espacios internos, siendo cada vez más reducidos y menos representativos -aunque en los hechos la fractura de su sociedad con Marino se había dado hace varios años- o la reunión un tanto depreciada que se quiso hacer con representantes de los comités del interior; están también los "dobles juegos" como las posiciones de Marino en el Congreso y su contracara pampeana, pero también los que apuestan a la connivencia casi obscena con el PJ como el diputado Carlos Bruno, o de radicales macristas que han aceptado cargos nacionales y se muestran más con los funcionarios del PRO que con los dirigentes propios.

Hacia abajo también hay indicadores, aunque menos evidentes. En cada localidad están los que observan los beneficios de conformar Cambiemos y son más permeables a una alianza con el macrismo, pero todavía son mayoría aquellos que sostienen una línea pro-Frepam o pro-radical, si bien son críticos a los acuerdos de cúpulas o la falta de consulta y cercanía para con ellos de los dirigentes provinciales. Muchos están expectantes todavía a la espera de definiciones ante la incertidumbre que provoca el panorama que se abre hacia 2017.

La estructura, ese aparato opositor que fue la UCR, está fragmentado en este escenario. Sus dirigentes se congregan más por redes de influencias que por conducciones. Los intendentes no son un bloque unido, responden -si lo hacen- a diferentes dirigentes y solo accionan en conjunto por el pragmatismo y la necesidad de fondos.

En este marco, Torroba redefine su liderazgo dentro del radicalismo y el Frepam, pero también muestra una dirección que debe tomar la UCR en el corto plazo. Con Macri en la presidencia, el polo no peronista en el país comenzó su reconfiguración y también esta tendencia se va produciendo en La Pampa en la oposición al PJ. Y allí lo que está en juego es el rol de la UCR en Cambiemos: si dejar que en 2017 el macrismo se convierta en la referencia opositora en la provincia; o posicionar al radicalismo para que continúe siendo la principal fuerza de la oposición en 2019.

Los radicales están frente a un dilema permanente y que se hará más explícito en los próximos meses. Don Corleone, el personaje de El Padrino, le aconseja a su interlocutor durante el film: "Le voy a hacer una oferta que no podrá rechazar". Y el que escucha sabe que la decisión que tome va a cambiar su vida, tanto si acepta esa oferta como si no lo hace, ante el obligado pedido del capo mafioso. Porque aceptarla, o no, tiene sus beneficios y tiene sus peligros. Los radicales, estén en la posición que estén, sea por decisiones colectivas o personales, están expuestos a esa oferta del macrismo. Los tienta en parte, pero también los amenaza.

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