24 de julio de 2014

Murió "Cuacualo"

Juan Carlos Hernández, el conocido "Cuacualo", falleció en las primeras horas de la tarde del miércoles. No pudo reponerse de la neumonía que lo aquejó en las últimas semanas. Se va con él uno de los últimos personajes míticos de la segunda mitad del Siglo XX en General Pico.

Juan Carlos Hernández permaneció internado en la Clínica Regional por casi dos semanas. Fue alojado en la habitación número 7 de ese establecimiento de salud.

Había llegado a la Clínica descompensado, con un fuerte cuadro de neumonía crónica. Los paliativos médicos no pudieron recuperarlo. En la tarde del miércoles, su enfermedad hizo crisis y falleció alrededor de las 15.

“Cuacualo” fue un hincha fanático al extremo del club Ferro Carril Oeste de esta ciudad. En ninguna de sus prendas faltaba el verde, cuando ese color no era el predominante absoluto de todo lo que se pusiera.

En su juventud fue “recitador” y cuentista en una whisquería que funcionó en General Pico en los años ’70. Esa época está retratada con puntillosos detalles en el libro de Rubén Antolín Heredia.

Pasada su juventud, “Cuacualo” se dedicó de lleno al lavado de autos en la calle. Su figura, toda de verde, impactaba cuando se desplazaba sobre un ciclomotor en el que colocaba sus piernas cruzadas, mientras sostenía un teléfono inalámbrico contra una de sus orejas, como si permaneciera todo el tiempo hablando por celular.

Fue un hombre bueno, con un particular sentido del humor, que tenía un apodo para todo el mundo y con otro “delirio” que llenó su vida: su incondicional amor por “Los Iracundos”, el conjunto uruguayo que lideró hasta su muerte el cantor y compositor Eduardo Franco, a quien “Cuacualo” admiró casi por igual que a Ferro.

En estas páginas dimos cuenta de su estado de salud y de sus expresiones doloridas para con el club de sus amores. Seguro que ni “Cuacualo” ni este portal –cuyos responsables tuvieron siempre un cariñoso trato con Juan Carlos-, creyeron que el final estaba tan cerca.

Sus dichos fueron tomados como lo que fueron: un llamado de atención, un pedido para que todos cayéramos en la cuenta que el hombre estaba sufriendo y que le dolía la soledad, además del cuerpo.

Con ese único sentido fue publicado que iba a dejar de hinchar por Ferro. Hubo muchos lectores que lo entendieron. Otros que no y que prefirieron ver bajo el agua y que hasta calificaron nuestra pluma de amarillista.

El hombre que podía confirmar de qué trataba la noticia ya no está entre nosotros. Y los que quedamos aquí, tenemos la conciencia muy tranquila. Descansa en paz, Juan Carlos Hernández, “Cuacualo”. www.maracodigital.net


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