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EL TIEMPO EN TRENEL

22 de abril de 2013

¿Posesión diabólica? Como en el cine, pero en el barrio de la ciudad

Las fuentes policiales consultadas dejaron en claro que no se trató de ninguna broma y pese a que el caso no dio para intervención oficial, confirmaron que brindaron apoyo y colaboración en una singular situación que se desencadenó en un barrio piquense, donde una adolescente de 15 años vivió y le hizo vivir a sus allegados y otros vecinos, dramáticos y angustiantes momentos, moviéndose de pronto con una descomunal fuerza y hablando con una voz gutural y desconocida.

La dramática situación se originó pasada la una de la mañana y se extendió hasta cercanas las 3, cuando los amigos de la adolescente y otros vecinos lograron calmar la crisis de la chica y la trasladaron en un vehículo particular hasta la iglesia evangélica de las calles 40 y 31, donde se desempeña el pastor César Ergenreeher.

La policía precisó que fueron los vecinos los que dieron el alerta sobre el revuelo que se había producido en la calle 36 entre 25 y 27, en el barrio Ranqueles de General Pico.

En realidad, este diario pudo desentrañar que la curiosa circunstancia que sufrió la protagonista habría comenzado en un lugar bien alejado de ese lugar, en una quinta de la zona suburbana donde junto a otros jóvenes, la adolescente habría participado de un rito esotérico o de un juego relacionado con espíritus y aparecidos.

El grupo con el que estaba la siguió en ese supuesto trance y pudo contenerla recién al llegar a 36 entre 25 y 27, donde se produjo todo el incidente.

Allí fue convocada la ambulancia del servicio de emergencias y la propia policía. Pero las personas que se encontraban con la adolescente desecharon que se le brindara atención médica. “Esto es otra cosa”, escucharon que les decían los paramédicos.

También a la policía convencieron de retirarse, pero allí quedaron algunos efectivos de civil que fueron los que luego permitieron reconstruir lo ocurrido.

Esos testimonios dejaron saber que la jovencita sufrió dos “trances” puntuales, durante los cuales entre cinco hombres acostumbrados o preparados para el uso de la fuerza física no pudieron tenerla en el piso.

Durante esos momentos, la joven hablaba con una voz que no era la propia, con un sonido gutural profundo. Pero lo que heló la sangre de los presentes fue cuando se dirigió a una de las vecinas que pretendía ayudar y aludió a una situación personal de la mujer que la menor no conocía, según confirmó la interesada.

Los efectivos policiales escucharon que los integrantes del grupo que estaba alrededor de la jovencita hablaron de un trabajo, del efecto de un rito esotérico y resolvieron trasladar a la menor, cuando se calmó, al templo evangélico de las calles 40 y 31.

Las fuentes dejaron claro que la dirección en la que se produjo el incidente no es el domicilio de la menor, cuyos padres viven en otro barrio de la ciudad y describieron a la menor como una joven de no más de 1,60 de estatura y de contextura física pequeña. www.maracodifital.net