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20 de diciembre de 2012

Cómo cuidarse del sol este verano

El verano está a la vuelta de la esquina, y mientras planeamos nuestras vacaciones vemos algunos tips que la gente de viajeros.com nos da sobre cuidados y precauciones a la hora de tomar sol. Atención gente: a cuidarse!
Los expertos recomiendan no apresurarse con el bronceado. Lento pero seguro es la premisa. Aunque seamos impacientes debemos usar un protector solar de factor alto, según nuestro tipo de piel, y dejarnos tostar lentamente. Hay que evitar quedar como un cangrejo la primera vez que tomamos sol. Sólo así la piel lucirá un tono perfecto, no estará deshidratada y –lo más importante– se mantendrá lisa y tersa por más tiempo. Y eso, finalmente, es lo más importante, ¿no?

Cuestiones técnicas

La radiación solar es filtrada por la capa de ozono que retiene los rayos más nocivos: los UVA y UVB. Sin embargo, su creciente deterioro hace que los rayos no se filtren bien cuando caen en forma directa. Esto es justamente cuando el sol está en su punto más alto, es decir, al mediodía. Por eso se recomienda no tomar sol en forma directa entre las 11 de la mañana y las 3 de la tarde, aunque últimamente se ha extendido una hora más. La arena y la nieve reflejan un gran porcentaje de rayos UVA y UVB, por lo que estar bajo una sombrilla o techo no garantizan ninguna seguridad.

El sol, en su justa medida

Obviamente tomar sol es bueno, el tema es no abusarse. La coloración de la piel es la respuesta del cuerpo ante los rayos solares, que se oscurece para protegerse de ellos. Tomar sol en pequeñas dosis ayuda a la formación de vitamina D, que fija el calcio en huesos y dientes y evita el raquitismo (enfermedad caracterizada por la deformación de los huesos, que afecta más que nada a los niños). El sol también tonifica los músculos, mejora el aspecto de la piel y el organismo. Influye también en el carácter de las personas, equilibra el sistema nervioso y evita estados depresivos.

Aspectos negativos

La exposición solar inadecuada produce trastornos que pueden manifestarse a corto o a largo plazo, entre los que destacan:
Quemaduras solares: Se presentan mediante el enrojecimiento de la piel, inflamación o ampollas.
Bronceado excesivo: Las radiaciones solares excesivas provocan que se genere más melanina en la piel (pigmento que le da color).
Hiperqueratosis: Hinchazón de la piel.
Fotoenvejecimiento: El sol va desgastando la piel, que toma una apariencia “avejentada”. Falta de elasticidad, se reseca y comienzan a aparecer arrugas, manchas y hasta derrames de los vasos sanguíneos que recorren la piel. Un estudio dio por resultado que el 75% de las arrugas son causadas por el sol.
Alteraciones de la pigmentación: Las pecas (sobre todo en “pelirrojos”) y lunares. También manchas oscuras llamadas “melasmas” (frecuentes en el embarazo).
Cáncer de piel: Estudios realizados por expertos presentan al sol como el principal causante de esta enfermedad. Es más común cuando las exposiciones prolongadas al sol se dan desde la infancia, por lo que hay que cuidar mucho a los más pequeños.

Cómo cuidarse

El horario: Evitar exponerse al sol entre las 11 y las 16. El riesgo aquí es mayor porque las radiaciones solares atraviesan la capa de Ozono en forma vertical, lo que hace que no se filtren bien los rayos nocivos.
Los elementos protectores: Cubrirse con prendas, como remeras, gorra, lentes, etc. pone una barrera entre el sol y nuestra piel. No olvidemos protejer el cuello, las orejas, los ojos, la frente y la nariz, estas zonas son prominentes y por lo tanto más propensas a quemarse.
Rayos UV: Son la primera causa de ceguera en el mundo, porque producen cataratas. Adultos y niños deben protegerse con lentes, cuyos cristales cumplan la norma 89/686/CEE, que implica que protegen contra radiaciones UV.
Los fotoprotectores: Hay que usar los adecuados para cada tipo de piel. Los de piel más blanca deberán protegerse más que otras personas. Otra cuestión importante es que filtren los rayos UVA y UVB y que sean resistentes al agua. Cubrir bien toda la piel, incluyendo el cuero cabelludo, tanto en niños como en casos de calvicie. Asegurarse que la piel esté seca al aplicarse la pantalla solar. De otra forma la capa de agua atrapada aumentará el riesgo de quemaduras al actuar como una lente de aumento. Lo ideal es ponerse protector media hora antes de tomar sol. Volver a aplicar cada dos horas o luego de cada chapuzón. Cuidar especialmente la piel de bebés, niños pequeños y ancianos, que en ellos es más delicada.
La hidratación: Al sudar por el calor perdemos agua, por lo que es recomendable beber líquido en cantidad.
Los días nublados: Deben tomarse las mismas precauciones, dado que las nubes no evitan el paso de los rayos nocivos.
El embarazo: No exponerse al sol prolongadamente y cubrir siempre la panza con ropa, en lo posible un material que no deje pasar mucha luz.
Los medicamentos: Lea atentamente el prospecto de los medicamentos, algunos pueden provocar fotosensibilización o reacciones adversas.
Las enfermedades: El lupus, el albinismo, la porfiria, los herpes, el vitiligo y la rosácea se agravan con la exposición solar.
Ante cualquier duda o alteración de la piel, consulte siempre con el dermatólogo. Él será el que mejor aconseje.

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